Todas las actividades humanas tienen una finalidad.

Hay materiales que se transforman físicamente por el hombre, por ejemplo:

Una piedra que se alisa para golpear, un palo. Luego se une el palo a la piedra y se fabrica un hacha; eso no se encontraba en la realidad antes de la intervención.

Esa tarea y muchas más corresponden a la transformación de la realidad, de la naturaleza. Luego se realizan otras que tienden a la comunicación, y así se inventa el lenguaje. Otras tienden a valorizar la realidad, y así nacen las concepciones ideológicas en general (ética, moral, etc.). Otras tienden a conocer, lo que da origen a las ciencias, cuya premisa no es transformar, sino conocer.

 

Las tareas artísticas reúnen todas esas actividades en una única, se apropian del mundo, jerarquiza sus partes componentes (difícil tarea), la transforman y comunican algo en particular.

La transformación de la realidad es ineludible en la obra de arte. Un escultor trabaja sobre un trozo de madera y construye una forma distinta a la original, y esa transformación consta de manera inevitable con aquello que el artista deseó comunicar a la hora de esculpirlo. La transformación impresa es ética, moral y jerarquiza algún rasgo o concepto en su modo de conocer el mundo.

 

El “concepto” no existe en la realidad, es una creación humana, lo que existen son los objetos.

A todos los animales que se parecen entre si, pero no son iguales, los llamo (conceptualizo) monos, a otros perros, etc. Llamo “perro” a aquellos que tienen 4 patas, son pequeños, ladran, etc.

Ese concepto es abstraído de la realidad, y es universal, mientras que la experiencia para cada persona frente a un perro es distinta.

A alguien le pudo haber mordido un perro, otro puede haber tenido un abuelo veterinario y sentir cariño, etc.

 

El arte no es universal. Existen elementos universales en el arte, pero como conjunto no es universal, lo universal es la ciencia. En el arte no se habla del mundo objetivamente, proyecto en él las imágenes que tengo del mundo según mi concepción. Mi mundo, el mundo para mi.

 

 

Extracto de «Pequeño compendio para iniciantes en Dirección Teatral» de Gustavo Insaurralde

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