Estoy disfrutando y recorriendo la 36° Fiesta Nacional del Teatro del Instituto Nacional del Teatro en la ciudad de Resistencia, Chaco.
Asistir al encuentro teatral federal más grande del país no solo es un privilegio, sino una gran oportunidad para observar tanto las particularidades de las creaciones de cada territorio, sino también aquello (si existe efectivamente) que nos une.
Restan dos días para su finalización y si bien faltan espectáculos por ver, existe un rasgo común muy claro en una gran parte de los espectáculos: hacer explícita la presencia del espectador. Ya sea mediante herramientas de composición poética respecto de una metateatralidad explícita o sugerida, la interpelación franca (mediante el uso de apartes) o directamente teatralidades que tienen que ver con ciertas características del biodrama, por no mencionar aquellas que involucran al clown y poseen estas prácticas en su procedimiento propio y constitutivo.
Entonces, casi por transitividad surgen algunas preguntas: ¿A qué se debe? ¿Es acaso un rasgo federal? ¿Responde a un origen específicamente contemporáneo?
Seguramente podría llegarse a diversas conclusiones con debates con los más de 400 creadores que asisten a este evento, pero desde mi óptica, puedo llegar a alguna muy prematura, subjetiva, difusa y humilde interpretación.
Quizás esa necesidad de afirmar explícitamente la presencia del espectador responda a la reafirmación del rito teatral. Manifestar y festejar el convivio, revelando el dispositivo que nos permite compartir tiempo y espacio, ya no más virtual.
Por supuesto que cada una de las formas en que los espectáculos incluyen estas “prácticas de explicitud del observador o del dispositivo” también están sujetas y responden a sus necesidades dramáticas de concreción, pero es notable que independiente de la forma elegida, el recurso a nivel conceptual, se reitera.
¿Habrá sido una decisión consciente esta reafirmación y festejo del teatro en las obras participantes? La verdad es que no importa. Porque esta hipótesis es apenas eso, una conjetura a partir de la observación de rasgos comunes que pude apreciar.
Lo que de verdad importa es que estamos acá, resistiendo en este arte que ninguna tecnología a lo largo de los siglos pudo reemplazar.
¡Qué viva el teatro!
Gustavo Insaurralde